Semana Santa

Referencia histórica

En Puente Genil hay constancia de la existencia de Cofradías penitenciales desde el siglo XVI, siendo la primera que se tenga noticias de su creación la conocida con el nombre de Hermandad de los Azotes que existía en 1593 y según historiadores locales Antonio Aguilar y Cano y Agustín Pérez de Siles el origen de esta Cofradía del Dulce Nombre de Jesús y de 1595 se dice es la de Jesús Nazareno. (El primer libro de Actas de esta Cofradía comienza en 1640 y el día 3 de Agosto de 1664 se funda la Asociación de las Cien Luces, aneja a la Cofradía).

La antigua Cofradía de la Sangre, hoy llamada del Señor Amarrado a la Columna, arranca sus orígenes de mediados del siglo XVI y desde entonces ha tenido su sede en la iglesia de la Vera-Cruz. En 1593 se denominó Hermandad de lo Azotes y posteriormente de la Vera-Cruz, procesionándose siempre el Jueves Santo y siendo de orígenes franciscanos, debido ello a que en esta iglesia estuvo asentado el convento de San Francisco de Asís. Fue llamada Cofradía de los Azotes por las rigurosas disciplinas a que se entregaban sus hermanos durante la estación de penitencia. En 1784 la Cofradía pasó a denominarse de la Columna cambiándose el antiguo Titular, un Cristo Crucificado, por una Imagen del Señor amarrado a la Columna. Hacia finales de la centuria de 1600 y principios de la siguiente la Cofradía Matriz de la Vera-Cruz fue ampliándose con los pasos de Jesús preso, la Santa Cruz y la Santa Cena.

La Cofradía del Dulce Nombre, conocida también por la del Santo Sepulcro remonta sus orígenes al siglo XVI. Su constitución ésta fechada en 1565 y asentada canónicamente en la iglesia del Dulce Nombre, procesionándose en la noche del Viernes Santo. El objeto de esta Cofradía era celebrar la ceremonia de Descendimiento de la Cruz y la posterior procesión del Santo Entierro. En sus orígenes sólo contaba con dos pasos, el del Sepulcro y el de la Virgen de la Soledad. En el transcurso del tiempo (durante el siglo XVIII) la Cofradía se vio incrementada con los pasos de San Juan Evangelista, la Santa Cruz y Nuestra Señora de las Angustias. La imagen de Cristo yacente se trajo a Puente Genil en 1622 sustituyendo a otra más antigua, siendo de autor anónimo. La imagen de la Virgen de la Soledad es de tamaño menor que el natural, habiendo sido realizada en 1760 por el escultor pontanés José Ruiz Rey.

El primer libro que se dispone en la Cofradía de Jesús Nazareno es de 1640, del que se deduce que esta Cofradía fue fundada hacia 1595 y desde sus inicios se halla establecida canónicamente en la iglesia de igual nombre. En 1622 llegó a la Villa la imagen de Jesús Nazareno, tratándose de una talla completa para vestir marcada por el manierismo. Es una magnífica obra de autor anónimo. En 1979 fue restaurada en Sevilla por Peláez del Espino y en 1993 en Madrid por el equipo del Instituto de Conservación y Restauración de Bienes Culturales.

A la Cofradía matriz de Jesús Nazareno pertenecían los pasos de la Verónica, la Magdalena, San Juan Evangelista y la Virgen de los Dolores.

Otra de la Cofradías más antiguas de Puente Genil es la que se denominó Cofradía de la Caridad, pudiéndose aproximar su inicio hacia finales del siglo XVI o principios del XVII, aunque se sabe que desde el año 1664 pasó a denominarse Cofradía de la Humildad y Paciencia, estando acompañada en la década de 1680 por los hermanos de la Escuela de Cristo, que vestían con túnica y capuz, llevando crucifijo, rosario y otros elementos, por lo que fue llamada "la procesión de los discípulos". Desde sus inicios tuvo su asiento en la extinguida ermita de la Caridad, hasta que una vez desaparecida ésta (hacia 1890) pasó a establecerse en la Iglesia de la Asunción del Convento de San Francisco de Asís. A esta Cofradía matriz estuvieron vinculadas otras Hermandades como la del Señor del Lavatorio y la de Jesús en la Oración del Huerto, que hacían su estación de penitencia el Miércoles Santo. 

Los años de la Segunda República y los sucesos de la guerra civil marcarían la frontera del ayer y el hoy de la Fiesta Mayor de Puente Genil. Durante este tiempo no se llevaron a cabo la mayoría de las procesiones y en algunos años se concentraron exclusivamente en el Viernes Santo. En 1936 muchos de los pasos, Imágenes y Hermandades llegaron lamentablemente a desaparecer. Fue una época marcada por un evidente decaimiento a la que les sucedió por fortuna una década (la de los cuarenta) de renacimiento y reorganización de Hermandades que empezaron a reponer de nuevo algunas de las Imágenes perdidas, pudiéndose citar la de Jesús Preso, la de Nuestra Señora de la Esperanza y la de Nuestra Señora de la Amargura, entre otras. Los años de la década de los cincuenta estuvieron marcados por una evolución lenta pero continua de la Semana Santa. A la recesión de mediados del siglo XX le sucedió, afortunadamente una creciente y esperanzadora eclosión revitalizadora de costumbres y tradiciones. Pero verdaderamente el gran auge se producirá a partir de 1970.

Breve recorrido

Sábado de Pasión

Dos cofradías se adelantan en Puente Genil a la de la Borriquita para realizar su estación de Penitencia: la de la Virgen de la Guía y la de Las Penas, que salen a la calle entre las últimas horas del Sábado de Pasión y las primeras de la Madrugada del Domingo de Ramos. Antes, el Viernes de Dolores, la Cofradía del Calvario y Ntra. Sra. del Consuelo, realiza su tradicional Vía Crucis. Da comienzo la Semana Mayor en Puente Genil.

Así, el muñidor encargado de tañer la campanita de la Cofradía de la Virgen de la Guía, es el encargado de abrir esta la Semana Santa de Puente Genil, con la primera estación penitencial.

La Virgen de la Guía es una dolorosa sin palio, portada por hermanos bastoneros vestidos con túnica negra con bocamangas y fajín azul, al igual que los hermanos de luz que acompañaban este paso, además de un nutrido grupo de fieles acompañando a la Virgen con sus velas. El trono tallado, con el exorno floral de color blanco y las típicas “velas rizás” que en su candelería suele llevar siempre esta Virgen.

El paso suele estar acompañado por la Banda de Música “Inmaculada Concepción” de Puente Genil, después de varios años de hacerlo bandas foráneas. Como siempre los momentos más intensos se encuentran en la calle Calzada, junto al cuartel de la corporación bíblica Los Ataos, y por su puesto en la Cuesta Baena, en la que los hermanos bastoneros suben una vez más, como manda la tradición, de un tirón y meciendo a la Virgen en el compás rápido que marca la marcha “Barrabás”, entre miles de pontanenses que se congregan en la empinada Cuesta Baena y junto al Santuario de la Concepción donde tiene lugar la recogida.

Terminada esta procesión, a las doce de la noche y tras una tregua de una hora, hace su salida desde la Iglesia de la Victoria la Cofradía de Nuestro Padre Jesús de las Penas, Nuestra Señora Reina de los Ángeles, Santa María Magdalena y San Juan Evangelista, que recorre las calles de Puente Genil durante las cuatro primeras horas de la madrugada.

El paso del Cristo de las Penas, portado por hermanas costaleras, suele ir acompañado por la Agrupación Musical Nuestro Padre Jesús de Los Afligidos, de Puente Genil.

La Virgen de los Ángeles presenta un palio de duelo, acompañada por San Juan y la Magdalena.

Domingo de Ramos

Intenso día semanasantero el que vive Puente Genil en el Domingo de Ramos, ya que aparte del primer encuentro cuartelero de las Corporaciones Bíblicas dentro de la Semana Santa, tienen lugar varios actos importantes. Así, por la mañana, concluyen los cultos que desarrollan las cofradías penitenciales durante toda la Cuaresma, con las Funciones de Regla de la Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad, en la ermita del Dulce Nombre, y la Cofradía de Nuestro Padre Jesús, en su Entrada Triunfal en Jerusalén y María Santísima de la Estrella, en la Parroquia de San José.

A las seis de la tarde tiene lugar, desde la Parroquia de San José, la salida de la tercera cofradía que en Puente Genil realiza estación penitencial: la de Ntro. Padre Jesús en su Entrada Triunfal en Jerusalén y María Santísima de la Estrella, que ha incorporado al paso de Misterio una palmera, lo que ha supuesto una modificación en la ubicación de las figuras secundarias.

Este paso va acompañado por numerosos niños con ramas de olivo, así como los hermanos nazarenos vestidos con túnica blanca y capirote rojo, portando palmas en las manos; también le acompañan las figuras bíblicas de las Parábolas y Los Defensores de Israel.

Tras el paso de la Borriquita, como popularmente se le conoce a este Misterio, entre el segundo tramo de túnicas blancas y capirotes azules va el simpecado de la Virgen, que en su advocación de Estrella, es portada por un nutrido grupo de jóvenes bastoneros en paso solemne, de esta Dolorosa sin palio.

Al final de la noche de este intenso Domingo de Ramos tiene lugar la subida a la Plaza del Calvario, la última de “Romanos”, en la que esta corporación sube como es tradicional, por séptima ocasión en la cuaresma, con su grupo de música, acompañada entre el gentío y el resto de las corporaciones bíblicas, entre ellas la de los Ataos, también con música, y siguiendo la bengala y el gallo de San Pedro.

En el pórtico de Jesús Nazareno se elevan Misereres y Stabat Mater. La celebración continúa en los más de setenta cuarteles con que cuenta la Semana Santa de Puente Genil, en cenas de hermandad, donde se le “arranca”, la séptima y última pata a la “Vieja Cuaresmera”, la pata del Domingo de Ramos, es decir… comienza a vivirse de pleno la Semana Santa.

Lunes Santo

La Matallana se viste de blanco y rojo sacramental en la tarde del Lunes Santo. Puente Genil vuelve a ver en sus calles al Misterio de la Eucaristía, representado en el paso de la Sagrada Cena de Jesús.

La de la Santa Cena, es una de las hermandades que presenta mayor número de nazarenos e insignias en la calle, entre los primeros, gracias a varios grupos de hermandad que pertenecen a la Cofradía, y entre los segundos, una magnífica simbología, desde la Cruz de Guía hasta el Guión de Juventud representado en el Coro Virgen del Amor, que antecede al paso de la Madre de Dios.

En el paso de la Cena, los apóstoles se distribuyen alrededor de la mesa que preside Jesucristo, imagen tallada por el artista sevillano Antonio Dubé de Luque, en el año 1.984. Uno de los detalles de este paso es el gesto de Judas Iscariote, que con la bolsa del dinero en la mano, intenta esquivar la mirada de Jesús Nazareno, cuando entre la mesa se preguntan quién será el traidor.

Este primer paso, como viene ya siendo tradicional desde hace muchos años, está acompañado por la Agrupación Musical Nuestra Señora de la Victoria de la sevillana localidad de El Arahal. Así mismo está escoltado por una escuadra de soldados romanos de la Corporación Bíblica “Los Testigos Falsos y Defensores de Jesús”.

Tras el tramo del Cristo aparece el guión de juventud, representado por el Coro Virgen del Amor, que precisamente abre el tramo mariano. El paso de la Virgen ha tenido un cambio en la distribución de la candelería, al objeto de que la sagrada imagen se pueda ver con más apreciación desde las aceras, efecto que ha sido conseguido y que agradece el público por ver la preciosa cara de la Madre de Dios, que también tallara Dubé de Luque.

La cofradía discurre arropado por un numeroso público. Destacaremos, amén de la salida, otro momento bastante emotivo, como es el paso por el Asilo de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados, en cuya puerta esperan, tanto monjas, como ancianitos. El paso de la Virgen del Amor al llegar a esta altura, gira un cuarto de vuelta para que los ancianos pudieran ver el rostro de María. En agradecimiento la superiora de la congregación realiza una ofrenda floral a la Virgen.

Otro de los momentos de mayor intensidad es la subida de la Cuesta Baena, donde se congrega una gran multitud de público, para ver cómo se elevaban ambos pasos por esta empinada cuesta, animando a los costaleros que realizan un grandioso esfuerzo.

La recogida tiene lugar entre las 1.15 y dos de la Madrugada en la Parroquia de San José.

Martes Santo

El Martes Santo, desde tempranas horas de la mañana, la Imagen de Jesús Nazareno, la de mayor devoción de Puente Genil, se encuentra expuesta en devoto Besapié, al que acude un “hormigueo” incesante de fieles para rendir honor a quien consideran su Patrón, “El Terrible”.

Tres son las cofradías que realizan estación penitencial en Puente Genil, en el Martes Santo. La primera de ellas es la Hermandad Franciscana y Cofradía de Nazarenos de la Santa CruzNuestro Padre Jesús de los Afligidos y Nuestra Señora del Rosario (Estudiantes); la única cofradía que en Puente Genil presenta tres pasos.

Numerosas personas se aglutinan, por la tarde, en la estrecha calle Casares para ver la salida desde la capilla de su Casa de Hermandad, donde cada año se realiza la ceremonia de la “venia”, en la que los hermanos mayores de cada uno de los pasos solicitan el permiso al cofrade mayor para iniciar y presidir la estación de penitencia.

Tras tres golpes en la puerta se abre ésta, dando paso a la Cruz de Guía y al primero de los pasos, el de Nuestro Padre Jesús de los Afligidos en Sagrada Presentación al Pueblo, al que acompañan las imágenes secundarias de Pilatos, Barrabás y un soldado romano.

La cuadrilla de costaleros procesiona a su Cristo con su peculiar manera de saber andar, que es muy aplaudida por el público. El paso está acompañado por la Agrupación Musical que lleva el nombre del titular, con el nuevo traje con mangas y cuellos bordados en oro.

El segundo paso representa el triunfo de la Cruz sobre el Pecado, en un paso llevado por dieciséis bastoneros, que porta además del Sagrado Madero, la reliquia de Santa Teresa de Jesús Jornet, fundadora de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados, quienes son hermanas mayores honorarias de esta cofradía.

La Virgen del Rosario, es llevada por una magnífica cuadrilla de jóvenes hermanas costaleras.

Desde la calle Lemoniez, también la tarde del Martes Santo, sale la cofradía del Stmo. Cristo del Calvario y Nuestra Señora del Consuelo, desde su Casa de Hermandad. La cofradía que viste túnica negra y cubre rostro rojo.Entre las insignias que presentaba esa cofradía se encuentra el Lignum Crucis, que era portado por un hermano nazareno.

El paso del Cristo del Calvario, muerto en la Cruz, acompañado por los también crucificados Dimas y Gestas, es portado por hermanos costaleros.

Seguidamente, el tramo de la Virgen presenta insignias marianas. La Virgen del Consuelo es una imagen barroca, de corte muy serio con las manos unidas, una presentación muy clásica de aquella época.

Estas dos cofradías se unen en una sola procesión a partir del cruce de la calle Santos.

Momentos de gran intensidad se viven en el paso de la primera cofradía por la Iglesia de los Frailes, donde tiene su residencia canónica, cuyas puertas quedan abiertas dejando ver el Sagrario, ante quienes los costaleros reverencian a Dios, girando los pasos, entre un inmenso gentío que se agolpa para ver esta “revirá”. También el encierro de esta cofradía es tumultuoso, como viene siendo habitualmente.

La Hermandad del Calvario, por su parte, tiene momentos de gloria a su paso por la Calle Don Gonzalo y la Parroquia de la Purificación.

La Tercera Cofradía, la del Santísimo Cristo del Silencio, parte a las 23,30 horas desde la Parroquia el Carmen, realizando un vía crucis entre el silencio de los acompañantes y el sonido de un bronco tambor. Esta cofradía se recoge en la iglesia del Hospital a la 1,30 de la madrugada.

Miércoles Santo

Cuatro cofradías que hacen estación penitencial el Miércoles Santo, desde uno de los rincones más típicos de la Semana Mayor pontana, el conjunto que ofrecen la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción (antiguo hospital) por un lado, y el Santuario de la Madre de Dios Purísima Concepción, por otro, un templo frente al otro, en un compás donde cientos de personas esperan la salida de los cinco pasos de esta tarde noche.

La primera en hacerlo es la de Nuestro Señor del Lavatorio, un paso que representa la escena del momento en que Jesús, en gesto de humildad, lava los pies a San Pedro en compañía de San Juan. El paso, en un pequeño trono de estilo neogótico realizado en plata. Es portado por cincuenta bastoneros. Anteceden a este paso, acompañando a su Cruz de Guía, las figuras de Adán y Eva, así como los Santos Varones pertenecientes a la corporación “Los Apóstoles”, muy vinculada con esta hermandad, así como los Doctores de la Ley.

Seguidamente sale desde el Santuario de la Concepción la Cruz de Guía e insignias de la Cofradía del Señor del Huerto y María Santísima de la Victoria, con varios grupos de nazarenos vinculados a la Hermandad. El paso del Huerto, cuya Imagen principal es obra anónima del siglo XIX, y que se presenta de rodillas acompañado por el ángel con el cáliz de la pasión, obra del escultor pontanés Francisco J. Palos Chaparro, y tres apóstoles que duermen bajo un olivo, era portado por hermanos costaleros.

El Señor de la Oración en el Huerto viste túnica morada bordada en oro fino por las camareras de la hermanad, que incluyen algunas objetos, como la cruz del pecho, que han sido realizadas con algunas joyas donadas por hermanos.

Cofradía de porte serio y elegante, con túnicas moradas y fajines rojos, abre su segundo tramo con el simpecado de la Virgen de la Victoria, y otro grupo de nazarenos. Es de destacar de esta cofradía el amplio ajuar de bordados que tienen ambos titulares, desde la túnica del Cristo al palio y el manto de la Virgen, y todo ello ha sido realzado por el taller de bordado de las hermanas de esta Cofradía.

Mientras las dos cofradías anteriores ocupan gran parte de la calle Aguilar, desde la Iglesia de la Asunción hace su salida la Cofradía de Nuestro Padre Jesús de la Humildad y Paciencia, “El Humilde”, como se le conoce en Puente Genil, en un impresionante trono de estilo neobarroco, portado por una cincuentena de bastoneros ataviados con el habito de la cofradía, túnica grana, y cíngulo dorado.

El Señor de la Humildad es una de las imágenes más devocionales de la Semana Santa de Puente Genil, en el que se ensalza la estética eminentemente barroca de esta obra anónima del siglo XVIII, y viene a representar el momento previo a la crucifixión, donde un Cristo derrotado espera el duro momento de la muerte sentado sobre un peñón solitario. El paso está acompañado por el grupo de música del Imperio Romano.

La Cofradía de la Virgen de la Amargura es la que cierra el cortejo, con paso de palio tallado en madera y con magníficas bambalinas bordas en oro. Entre los nazarenos de estas cofradías aparecen además las figuras de "Los doctores de la Ley", Santos Varones, El Judío Errante e Ismael, Coraceros de El Cirio, y como antes mencionamos, Judas y la Chusma, ésta última una escuadra de soldados romanos mal aliñados, que parodian el prendimiento de Jesús.

Jueves Santo

La tarde del Jueves Santo, frente a las puertas de la Ermita de la Veracruz y a lo largo de toda la calle Aguilar se congrega numeroso público para ver salir a las cofradías de Nuestro Padre Jesús Presoel Señor de la Columna y Ntra. Sra. de la Veracruz, y Nuestra Señora de la Esperanza.

Desde allí parten, acompañando a estas cofradías, además de los hermanitos numerosas figuras bíblicas, abriendo este cortejo, tras la campanita, las del Antiguo Testamento con Pentateuco y Arca de la Alianza a la Cabeza, hasta llegar a los Siete Hermanos Macabeos, quienes dan paso al estandarte de Jesús Preso, y a su cofradía, en la que numerosos hermanos, vestidos con la túnica granate alumbran con cirios, así como un buen grupo de hermanas ataviadas con la típica mantilla española. El paso rd portado por hermanos bastoneros.

Tras el primer paso, desfilan las figuras del Nuevo Testamento, encabezadas por Los Evangelistas, y terminando con Los Samaritanos, quienes dan paso al tramo de nazarenos de la Virgen de la Veracruz, bella dolorosa sin palio, que reza a los pies de una cruz tumbada en el suelo.

El paso de Nuestro Padre Jesús Amarrado a la Columna, cuya imagen se presentaba en su artístico baldaquino barroco de madera dorada, es una de las muchas joyas artísticas de la Semana Santa de Puente Genil, al igual que el trono.

Cierra la procesión la Cofradía de María Santísima de la Esperanza, con sus hermanitos vestidos de verde y blanco, abriendo el tramo los pertenecientes al grupo Hermandad “La Cepa”. Elegante el paso de la Virgen de manto verde, portado por bastoneros ataviados con el hábito de la Hermandad.

En la tarde del Jueves Santo hace acto de presencia, en esta “pequeña Palestina del siglo I” en que se convierte Puente Genil, el Imperio Romano por la calle Ancha, presentando, como todos los años, el nuevo pasodoble a cuyo compás marcial fueron recorriendo las calles de la ciudad, como es tradicional que lo hagan: “ajenos al drama de la pasión”, como corresponde a un imperio invasor, que sólo coincidía con las cofradías al entrar de frente en el cortejo procesional.

Es entonces cuando el alma cristiana de estos romanos de la puente elevan ante los pasos de los Sagrados Titulares el Miserere o el Stabat Mater.

Pero aún queda otro rito casi de obligado cumplimento que tienen las corporaciones bíblicas, como es la de visitar los monumentos, donde se encuentra el Santísimo Sacramento expuesto durante la tarde noche del Jueves al Viernes Santo. Así como un hormigueo silencioso por las calles, sobre todo del barrio bajo, se escucha el paso enfilado de los hermanitos que ataviados con la túnica de rebateo se entregan a la oración en estos momentos de vigilia.

Viernes Santo Mañana

Poco antes de las seis y media de la madrugada del Viernes Santo, el muñidor de la cofradía de Jesús Nazareno llega hasta el cuartel del Imperio Romano tañendo su campanita. Con ella convoca a los hermanos de esta corporación para que salgan a la búsqueda del “Terrible” y llevarle su particular ofrenda en este día sacrosanto, como es la Diana.

A la luz de primer rayo de sol, y desde las cumbres de la plaza del Calvario se abren las puertas del templo y comienza a asomar el paso del que los pontanenses consideran su Patrón. Mientras, cumbre abajo, miles de almas se congregan en torno a la parroquia de Jesús Nazareno en la Plaza del Calvario para escuchar la Diana. Desde allí comienzan a partir cientos de promesas hechas al Terrible durante el pasado año; mujeres y hombres que ponen su luz en un rosario inagotable de personas que sienten en su corazón a Jesús Nazareno.

Los pasos de las Cofradías del Santísimo Cristo de la Misericordia y de Nuestra Señora de los Dolores, hacen lo propio, colocándose en su sitio. En un momento determinado, se hace un profundo silencio, y es cuando comienza a escucharse las notas de la Diana, acabando éstas, como siempre, entre un caluroso aplauso.

Jesús Nazareno inicia su marcha por las calles de su pueblo. El paso va exornado con lirios morados, como los hijos que lleva debajo y delante, sus bastoneros y hermanos y luz, y dos impresionantes filas de hombres y mujeres de todas las edades y condiciones, que un año más cumplen su promesa de acompañar a Jesús en su camino a la Cruz.

Tras el paso de Jesús, el Cristo de la Misericordia se eleva en su última expiración, mostrando una patética escena junto a la Virgen del Mayor Dolor, y sus amigos, San Juan y la Magdalena. Los hermanos de esta cofradía visten túnica blanca y capirote y cíngulo morados. Tras él, el espectacular paso de estilo neogótico de la Virgen de los Dolores, uno de los mejores y más completos pasos de palio de la Semana santa de Puente Genil, envuelto todo en plata, oro y azul. Espectacular también su manto bordado, y su corona de oro.

Sobre las diez de la mañana las figuras bíblicas se encuentran de frente con la procesión para realizar las “Reverencias”, en la castiza calle Santa Catalina, imagen singular ésta por la que los hermanos de las corporaciones se disputan por tener el honor de reverenciar a Jesús Nazareno en esos instantes.

En la calle de la Plaza se congrega una gran multitud para ver la procesión, que a paso lento llega hasta la Plaza Nacional. Allí junto al puente, como es tradicional, miembros del Pretorio Romano, concretamente el hermano que representa a Pilato, lee la sentencia de muerte a Jesús.

Tras cruzar el puente, en el barrio de Miragenil, la procesión se detiene durante unas horas hasta iniciar el regreso por la tarde hasta la recogida de nuevo en la Parroquia de Jesús, donde nuevamente las figuras bíblicas hacen reverencia al Patrón.

Viernes Santo Noche

Los Sagrarios se quedan vacíos en la tarde del Viernes Santo, y durante unas horas el Mundo sucumbe a las Tinieblas, mientras se encontraba muerto Jesús. Esa noche de sumo dolor queda magníficamente representada en la procesión del Viernes Santo por la noche, con salida desde la Ermita del Dulce Nombre, por parte de cuatro cofradías, y que vienen a realizar toda una escenificación en las calles Ancha y Don Gonzalo.

Abre el cortejo, como siempre, la campanita en este caso de la Cofradía de la Soledad, por ser la de mayor antigüedad, y anterior hermandad matriz, si bien la primera cofradía de esta procesión es la del Santísimo Cristo de la Buena Muerte, o “del Buen Morir”, como le gusta llamarle algunos de sus hermanos, quienes vesten túnica negra y cinturón naranja, y que presentan como insignia destacada el estandarte bordado con el escudo de la hermandad.

Un nutrido grupo de hermanos bastoneros portan el paso de un Cristo ya muerto en la Cruz, obra del escultor cordobés Martínez Cerrillo. Continúa un nutrido grupo de corporaciones bíblicas con sus respectivas figuras. La Hermandad de Nuestra Señora de las Angustias, cuyo paso que representa a la Virgen María recostando en su lecho a su hijo muerto, acompañada por San Juan y la Magdalena, va primorosamente decorado con exóticas flores, escoltada por los coraceros de la Judea.

Al son de las notas de la marcha Gloria al Muerto, y en un cimbrear de plumeros negros, el Imperio Romano irrumpe en la escena entre figuras y capiruchos, mientras que al llegar frente al paso del Cristo tocan un Miserere, y un Stabat Máter, si se trata de una Virgen. Sin embargo, al llegar al paso de San Juan, la pieza musical que tocan es el denominado "Trípili", con el que los hermanos bastoneros de esta cofradía vuelven a cumplir con el rito de bailar a su Titular.

También en varias ocasiones irrumpen los picoruchos del apostolado con túnicas negras y tambores destemplados, acompañando al Demonio y la Muerte, que durante estas horas, junto con las tinieblas, son los amos del Mundo. Esta escenificación es una de las más originales de la Semana Santa pontana.

La Cofradía encargada de cerrar el cortejo es la de la Virgen de la Soledad, cuya cuadrilla de desterraron las ruedas al paso de la Madre de la Isla. Los tres grupos de nazarenos de esta hermandad vuelven dar una imagen marcial y seria a la procesión con sus túnicas negras y capas blancas.

La procesión discurre con gran esplendor por la calle Don Gonzalo, si bien los momentos más cálidos llegan a la hora del encierro en la plaza del Dulce Nombre, donde todos los pasos se recogen entre una lluvia de cánticos y de saetas, especialmente la Virgen de la Soledad, que un año más recibe el cariño de los hijos de Puente Genil y muy especialmente el de los isleños.

Sábado Santo

Los cuarteles de las corporaciones, de una manera más relajada, después de la apretada jornada del día anterior, mantienen sus almuerzos de hermandad al mediodía del Sábado Santo. Algunos de ellos dedican este día a la visita de sus esposas, con las que departen un tradicional almuerzo previo a la salida del cortejo más solemne de las procesiones de Puente Genil, el del Entierro de Cristo.

Esta procesión sale por la tarde de la Parroquia de San José, si bien la Cofradía del Santo Sepulcro y Nuestra Señora de las Lágrimas tienen su residencia canónica en la Parroquia de la Purificación. Sus imágenes y pasos son previamente trasladados hasta la primera al objeto de que la procesión recorra durante un corto horario la mayor parte de la localidad. Es por ello que la recogida tiene lugar en la Ermita del Dulce Nombre de Jesús.

A los sones del Inexitu (un salmo funerario litúrgico), la banda de música del Imperio Romano abre la comitiva del Santo Entierro, a cuyo paso acompaña también un quinteto de música de capilla, que con gran elegancia interpreta motetes y saetas clásicas. Sobre el paso dorado, se eleva la urna del Santo Sepulcro, donde un Cristo Yacente, llegado a Puente Genil en el año 1620. Es acompañado por su cofradía, en gran número de nazarenos rigurosamente enlutados, y por las autoridades eclesiásticas, civiles y militares.

El segundo paso de esta Cofradía representa a la Virgen en su soledad y en su llanto, delante de una cruz, vestida de riguroso luto: es Nuestra Señora de la Lágrimas, presentada en un pequeño, pero artístico paso dorado, en el que se muestran escenas de la pasión de Cristo. Durante todo el cortejo acompañan las figuras bíblicas de los Santos Varones, San Juan (como único apóstol que estuvo durante todo el proceso), los romanos que se disputan la túnica de Jesús; Judas ahorcado, Pedro y Pablo, como pilares de la Iglesia que comenzaba tras la resurrección; Los Evangelistas, y luego todos las figuras alegóricas como las Virtudes Cardinales, Sibila de Cumas, las Tres Marías, Paz, Conciencia, Bondad, Postrimerías del hombre y Enemigos del Alma.

La urna del Santo Sepulcro se recoge a las once de la noche, al objeto de que fuera litúrgicamente correcta la procesión, si bien el encierro de la Virgen de las Lágrimas se alarga hasta poco después de las doce, entre vivas y saetas.

Domingo Resurección

El Domingo de Resurrección, a partir de las seis de la mañana, comienzan a tronar cohetes desde la Parroquia del Carmen, anunciando la Resurrección del Señor. A las ocho de la mañana tiene lugar, en la misma parroquia, la Misa de Pascua, ante el paso de Nuestro Padre Jesús Resucitado, una imagen de Alonso de Mena datada en 1636.

Tras la primera parte de la estación, la procesión recorre parte de las calles de la barriada de la Estación, y del barrio alto de la ciudad. El paso del Resucitado llega hasta la ermita de la Veracruz, a cuya puerta se instala, a manera de altar provisional. Desde allí, a partir de las once de la mañana, se incorporan prácticamente todas las corporaciones bíblicas que desfilan durante estos días en la Semana Santa Pontana, así como alguna representación de hermandades.

Ello hace que el Domingo de Resurrección se convierta en una catequesis viviente sobre el Antiguo y Nuevo Testamento, así como de las alegorías de la Santa Religión.

No es de extrañar que desde horas muy tempranas de la mañana multitud de autobuses procedentes de distintos puntos de la geografía española lleguen hasta Puente Genil, con excursiones organizadas para ver esta Estación de Gloria de Jesús Resucitado, convirtiéndose la Matallana en un hervidero de personas de muy difícil cuantificación, durante las horas que la procesión discurre por ella.

Durante el desfile y en la Matallana, también se incorpora como es tradicional el Imperio Romano, desfilando marcialmente al compás de numerosas marchas, llenando de colorido y vistosidad un día tan radiante como el del Domingo de Resurrección en Puente Genil.

La cofradía de Jesús Resucitado continúa su caminar hacia su Parroquia del Carmen, en la que sobre las tres y media de la tarde tenía lugar su recogida, concluyendo así la Semana Santa de Puente Genil.

La Semana Santa de Puente Genil, familiarmente conocida como “la Mananta”, constituye una de las manifestaciones de religiosidad popular más importantes y singulares de Andalucía.

Más allá de la conmemoración de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo, la Mananta adquiere en Puente Genil un sello único que se torna en inolvidable para el que la visita por primera vez. Es, sin duda alguna, una fiesta de sensaciones, donde todo parece mezclarse en un desorden aparente e incluso contradictorio. Es ahí, no obstante, donde reside gran parte de su misterio y atractivo.

Es también, la gran fiesta de la participación, pues la Mananta es una fiesta del pueblo, forjada por él.

Y junto a ello, el peso de la tradición. La Mananta se forjó a lo largo de cientos de años, y es tradicional porque sus costumbres se han conservado en el pueblo transmitiéndose de generación en generación.

Bajo estas premisas, el lector de esta pequeña guía encontrará los elementos necesarios para aproximarse, necesariamente de forma superficial, a esta explosión de fe y sentir popular que representa la Mananta. Conjugarlos, dando profundidad a lo dicho anteriormente, exigirá mas tiempo. A veces, toda una vida.

LA CUARESMA

La antesala de la Semana Santa de Puente Genil es su esperada Cuaresma, vivída intensamente en nuestra ciudad. Comienza el Jueves Lardero, anterior al Miércoles de ceniza. Se inicia, así, un período de cuarenta días marcado por las celebraciones religiosas, llamadas en función de su duración, Triduos o Quinarios, que en honor de sus imágenes titulares organizan Cofradías y Hermandades.

La cuaresma está representada por una curiosa estampa de la imaginería popular. Una vieja mujer que sostiene un bacalao en la mano y una cesta con arenques y verduras en la otra – comidas propias de los tiempos de cuaresma -. De su falda sobresalen, igualmente, siete patas. Auténtico calendario de la cuaresma, la vieja constituye una medida del tiempo singular, contándose las semanas no por días sino por sábados.

Introducida entre finales del siglo XIX y principios del XX por la Corporación biblíca de “La Judea”, es un fiel reflejo de la capacidad de adaptación y sincretismo de la mananta, pues su origen y mayor difusión se encuentra en zonas de Cataluña, Pais Vasco y Baleares.

Pero el acontecimiento más singular de nuestra cuaresma lo constituyen los Sábados de Romanos. Cada sábado de cuaresma y hasta el Domingo de ramos tiene lugar la “subida a Jesús”. Esa noche, al compás de los pasodobles de la banda de música del Imperio Romano, los hermanos de esta corporación desfilan en formación, precedidos por bengalas y vistiendo túnicas de colores. Una muchedumbre los acompaña en su recorrido desde el barrio bajo hasta la explanada del Calvario, donde se encuentra la ermita de Ntro. Padre Jesús Nazareno y donde, una vez allí, sonarán los acordes del tradicional Miserere.

A lo largo de la subida, cada una de las corporaciones va ocupando un lugar o espacio determinado, dirigiéndose al Calvario de forma pausada entre la charla amistosa, la “uvita” compartida y el cántico de las cuarteleras, esa saeta llana, dialogada, que llega al corazón de quien la escucha y sirve de oración para el pontano.

De vuelta al Cuartel un hermano arrancará una pata a la vieja en un ritual que adquiere diversas formas según cada corporación, pero en todas, constituye el momento culminante de los “sábados de romanos”.

Por todo ello, es en la cuaresma, donde cabe entender el fervor de este pueblo y su pasión por la Semana Santa. Y es también ahora cuando el visitante siente que hay algo inexplicable en todo esto. Asombro, contrariedad, admiración, rechazo, en cualquier caso, a nadie deja indiferente.

EL CUARTEL

Todas las Corporaciones tienen su Cuartel. Es éste el alojamiento del manantero durante la Semana Santa y su lugar de reunión habitual a lo largo del año. La razón de su nombre es variada: puede provenir de la denominación que hace cientos años a los distintos barrios o distritos de las ciudades. Se puede encontrar una segunda acepción en sentido militar de la palabra, bajo el punto de vista de que sólo es para los hombres.

La existencia de los cuarteles es antigua. Según un documento de 1721, los hermanos ya hacían sus comidas de hermandad, a veces dentro de los mismos templos, cosa que prohibieron los obispos.

En los primeros tiempos no tenían las corporaciones sede fija. En Cuaresma y Semana Santa solían utilizar molinos o graneros como locales de encuentro, teniendo un carácter itinerante. Indicador de las vicisitudes por las que pasa Puente Genil durante todo el siglo XX, hoy, la mayor parte de las Corporaciones poseen una sede fija.

Todos los Cuarteles, bien sean casas antiguas rehabilitadas o de nueve construcción, poseen una estructura tipo, con una serie de dependencias esenciales: amplio vestibulo o sala de recepción, gran salón comedor para reuniones, almuerzos y cenas, cocina, despensa, aseos y, si el edificio lo permite, patio.

Es en torno al gran salón donde se desarrolla la vida en el cuartel. Una larga mesa con un número de sillas equivalente al de hermanos que componen la Corporación domina el espacio. Se decoran sus paredes con multitud de testimonios gráficos, verdadero archivo manantero de presentes y ausentes, la Vieja Cuaresmera, poesías, caricaturas de los hermanos, etc.

Verdadero patrimonio de Puente Genil, el Cuartel constituye el eje central de la Mananta, su motor y espíritu. En él se encuentra gran parte de la singularidad de la Semana Santa, ya se aborde desde el punto de vista antropológico, religioso o cultural.

Enlace a la página oficial de la AGRUPACIÓN DE COFRADÍAS, HERMANDADES Y CORPORACIONES BÍBLICAS DE PUENTE GENIL

Apertura del museo de semana santa

Carteles de semana santa